Este é o título dun artigo que publicou La Región a pasada semana. Unha das entradas desa semana, no noso blogue, era sobre o día da árbore, o agasallo da Deputación cun libro para participarmos na Semana da Árbore e a Auga... e neses días aparece na prensa a decisión da Corporación Municipal sobre a "reforma" da estrada de Celanova.
Somos arboricidas? Aquí temos unha sentida testemuña de alguén que formou parte da comunidade educativa do Ceip Roaslía: grazas Gonzalo.
Gigantes bondadosos condenados a muerte
Un juicio sumarísimo se está celebrando en Xinzo de Limia. Los reos
se consideran inocentes de las falsas acusaciones que se les atribuyen,
pero la sentencia ha sido redactada hace muchos años. Solo se buscaba la
oportunidad de ejecutar el veredicto con el apoyo de las masas.
¡Culpables!
¡Ejecutadlos! ¡No haya piedad! Gritaban desaforados docenas de
iracundos habitantes de la desertizada Limia. ¡Son los últimos gigantes
de una especie molesta y agresiva!¿No son acaso los responsables de un
ruido infernal las noches ventosas de los equinoccios otoñales? ¿Y qué
decir de la podredumbre de su hojarasca, que obtura nuestros desagües y
ensucia nuestras calles? Por no hablar de los pajarracos que anidan en
su ramaje defecando sobre nuestras cabezas. Además son traidores y nos
ocultan los peligros poniendo en riesgo nuestras vidas. Ya han vivido
muchos años y su ciclo se ha acabado.
Los verdugos afilan sus hachas, alimentan las sierras asesinas;
esperan las órdenes oportunas para iniciar la matanza de inocentes. Y
los árboles de la carretera de Celanova callan; soportan la traición de
los hombres que, sin piedad, olvidan los servicios que han prestado a la
colectividad. ¿Qué importa que absorban el CO2 removiendo y almacenando
carbono y al mismo tiempo que liberan oxigeno, tan importante para la
vida? No se considera un atenuante que absorban olores y filtren las
partículas contaminantes, atrapándolas en sus hojas y corteza. No se ha
tenido en cuenta su generosidad que les lleva a refrescar gratuitamente
la calle donde residen, mitigando el tórrido calor de los veranos
limianos, con el consiguiente ahorro energético de costosos aparatos de
aire acondicionado. Quizás sus acusadores ignoren su aportación a la
humedad atmosférica. Y, en una comarca marcada por las agresiones al
medio ambiente, casi nadie valora su silenciosa lucha contra los rayos
UV-B. Tal vez no se les perdone que no hayan dado fruto, que no exista
belleza en sus flores y que se hayan convertido en el símbolo de una
ecología agonizante por la acción del ser humano.
No, desde hace muchos años se ejecuta con ejemplar eficacia la
destrucción sistemática de lo que fue la hermosa llanura limiana.
Concentraciones abrasivas, uso de venenos de forma indiscriminada,
contaminación de las aguas, erosión irreversible… Y para alcanzar el
objetivo de destrucción hay que acabar con el último vestigio de
naturaleza sana y majestuosa. Unos ganarán dinero traficando con sus
cadáveres, otros verán rentabilidad en los votos de su muerte, otros
venderán más aparatos acondicionadores de aire, los menos estarán
satisfechos por el daño causado y solo los más conscientes sufrirán al
ver la ignominia de algunos políticos que en vez de protegerlos no dudan
en destruir el patrimonio natural que durante tantos siglos nos ha sido
trasmitido.
Quiero tener la esperanza de que la cordura acabe por imponerse, que
los vecinos de Xinzo se movilicen, que los ecologistas manifiesten su
rotunda oposición, que se solidaricen con los árboles miles de
ourensanos, de gallegos y que la Xunta de Galicia rectifique su decisión
y se decrete el indulto de estos viejos gigantes que tanto aportan a
nuestra salud. En miles de ciudades europeas así lo han entendido, sus
plazas y calles así lo atestiguan.
Fotos de La región.es