«Mandar
vídeos y fichas por plataformas virtuales en la etapa infantil es un
despropósito», apunta la divulgadora, que considera que el confinamiento nos
puede ayudar a valorar lo que tenemos: «Después, nos sorprenderemos como nunca,
lo veremos todo como si fuera la primera vez»
04/04/2020
Autora de
los bestsellers Educar en el
asombro y Educar en la realidad, madre
de cuatro hijos, Catherine L’Ecuyer (Quebec, 1974), asegura que «saldremos
distintos» de la crisis del coronavirus. «Cuando nuestros hijos tienen todo lo
que quieren sin tener que esperar, tienden a dar todo por supuesto, una actitud
contraria al asombro. Ahora, hay restricciones y los recursos están limitados,
es un tiempo para la templanza. Eso ayuda a valorar lo que tenemos y a
agradecerlo. Agradecemos la salud. Después del confinamiento, nos asombraremos
como nunca, porque veremos todo como si fuera la primera vez», dice la
divulgadora.
-¿Cómo les
explicamos a nuestros hijos lo que pasa buscando el equilibrio entre el
realismo y la calma?
Los niños no deberían estar escuchando las noticias, sino enterarse de lo
que pasa por nosotros. Deberíamos poner los filtros convenientes cuando se lo
explicamos, en función de su edad. Antes de los 6 años, no tiene mucho sentido
dar mucha información. En la etapa de primaria, podemos
explicarles que hay un virus que está enfermando a muchas personas y que nos
quedamos en casa porque no es momento para enfermarse, porque los médicos están
muy ocupados ahora atendiendo a los enfermos. Así, el día que alguien de la
familia se enferme, no lo recibirán como una sentencia de muerte. De hecho, no
lo es. Con esto no digo que no sea grave, pero no podemos transmitir una
sensación apocalíptica a nuestros hijos, llevándolos a pensar que nos vamos
todos a morir cuando no es así.
-Bélgica
recomienda la actividad al aire libre, hay otros países que permiten salir con
los niños. Las diferencias en las políticas de los distintos gobiernos del
mundo nos invitan a plantearnos si los niños necesitan consideración o medidas
aparte. ¿Son los olvidados de esta crisis?
-Está claro que sería ideal poder salir
un rato con ellos, pero los niños son vectores de contagio y casi siempre
asintomáticos. Ojalá los expertos (epidemiólogos y psicólogos) puedan conversar
serenamente juntos sobre los pros y los contras de forma abierta y
públicamente. Pero el clima politizado hace que las decisiones se tomen a
puerta cerrada pidiendo unidad, sin entender el trasfondo de las mismas. En
cualquier caso, al margen de esas consideraciones, es importante entender que
los niños no reaccionan como nosotros a estas situaciones.
-¿Llevan,
realmente, mejor ellos que nosotros esta situación?
-Los niños tienen una capacidad de
adaptación que no tenemos los adultos. Y hay estudios que sostienen que no
sufren ataques de pánico como los adultos, entre otros motivos porque no son
capaces de procesar cognitivamente la noción de «pérdida de control». Buscar el control es propio del adulto,
no del niño. En una situación de alarma, el niño mira al principal cuidador y
se siente protegido por él. Los niños asumen -por el mero
hecho de ser niños- que no están en control de nada. Se ven reflejados en
nuestra mirada, y es esa mirada la que contribuye a construir su memoria
biográfica, su sentido de identidad. Si estamos angustiados, lo serán; si
estamos alegres lo serán. Su estado de ánimo no depende de las circunstancias,
sino de lo que ven en nuestros ojos. Ese mecanismo de la naturaleza nos
recuerda que los padres somos los primeros educadores. Algunos han sugerido que
no dejar salir a los niños sería adultocéntrico. No sé si es cierto, puede
también serlo el pedir salir con los niños porque el adulto «no puede más con
ellos». Hemos de aprender a convivir en familia, cuando un niño grita y corre
en casa, no siempre es porque se porta mal, está haciendo lo propio del niño.
Entender esto lo cambia todo.
"Hemos
de aprender a convivir, cuando un niño corre o grita en casa no se porta mal,
hace lo propio de un niño"
-¿La
situación actual no es mucho peor para ellos que sus habituales agendas de
ejecutivo estresado?
-Es mucho peor desde el punto de vista
psicológico, para el apego seguro, dejar a un niño en un parvulario desde los 4
meses que tenerlo 4 meses confinado con sus padres. Pero es demasiado
políticamente incorrecto decirlo...
-¿Qué te
parece la propuesta de enseñanza telemática de la ministra Celaá, de mandar
deberes por el móvil?
-El hecho de mandar deberes a los
alumnos por el móvil denota una falta grande de entendimiento de lo que implica
el acto de enseñar y de aprender.
-En el
encierro, ¿también se enciende la curiosidad del niño, el asombro?
-El asombro es no dar nada por supuesto.
Ahora, hay restricciones y los recursos están limitados. Es una oportunidad
para valorar lo que tenemos.
-¿Cómo
podemos organizarnos para teletrabajar atendiendo a los niños y la casa, todo
junto y revuelto?
-No comprendo lo mal que se está
gestionando esa crisis. Y no estoy hablando de partidos políticos; hablo desde
el sentido común y pensando en las medidas tomadas en otros países. Hay una
improvisación impresionante.
-¿Cómo podemos pedir a una madre o a un padre que teletrabaje a la vez que
está cuidando de sus hijos, a la vez que se encarga de la casa, a la vez que
asiste en la escolarización de sus hijos gestionando deberes que llegan por vía
digital (a veces con solo un ordenador en casa o sin impresora), a la vez que
dejan de entrar sueldos a casa? Y ahora
con el banco de horas que los padres deberán devolver a las empresas, podemos
decir adiós al pequeño margen de conciliación que teníamos.
"Con el
banco de horas que los padres deberán devolver a las empresas podemos decir
adiós al pequeño margen de conciliación que teníamos"
-¿Es un
despropósito plantear deberes diarios a niños menores de 10 años?
-No podemos plantear la cuestión de la
escolarización como si todos los niños tuviesen la misma edad. No es lo mismo
un niño de 3 años, de 8, de 15. Antes de los 6 años, los niños van al colegio
porque sus padres trabajan; no hay una necesidad objetiva. En esas edades,
aprenden a través de las experiencias sensoriales y de las relaciones
interpersonales. Mandarles
fichas o vídeos en plataformas es un despropósito. Lo que necesitan es material
sensorial, y lo tienen en casa. Bienvenidas
sean las sugerencias de los maestros, pero nada debería ser obligatorio. De 6 a
12 años, un niño no es lo suficiente maduro como para poder ser autónomo con su
aprendizaje, necesita una instrucción directa. En esas edades, el uso de un
ordenador conectado a Internet no es recomendable. Estamos en una situación de
excepcionalidad, pero los niños no se van a morir por perderse dos o tres meses
de clases.
-¿La
tecnología no es útil?
-Ahora que los padres estamos viendo en
primera persona que la tecnología no es la panacea para el aprendizaje en la
infancia, los gurús tecnológicos no van a poder vendernos la moto tan
fácilmente. La tecnología es muy útil para la vida, ¡pensemos cómo habríamos
sobrevivido a esa crisis sin ella! Pero sirve para los que tenemos una cabeza
amueblada, preparada para usarla. No para la escolarización de la infancia,
porque en esas edades nada sustituye a un maestro de carne y hueso. Educar es
un acto profundamente humano.
-Las
pantallas son esta temporada una tentación aún más inevitable.
-Hay alternativas: ejercicio, lectura,
cocina, limpieza, charlar por teléfono, etcétera. Y el videochatting, por Facetime o Skype, es un recurso para seguir en contacto con los seres
queridos.
-¿Para los
niños también?
-La recomendación de la Academia
Americana de Pediatría reconoce que los medios interactivos que permiten
mantener la conexión con parientes a pesar de la distancia son positivos. No es
lo mismo que una película o un videojuego, porque aquí hay factor humano en
directo. Es preciso que haya vínculo afectivo entre el niño y la persona con la
que se chatea. El videochatting en
directo con Skype o con Facetime se consideran desde el 2017 una excepción a la
regla «nada de pantalla antes de los 2 años y menos de una hora de 2 a 5 años».
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